Artículo del Dr. José Antonio Domínguez Arroyo.

Ginecólogo y Director Médico de IERA Quirónsalud

Se considera obesa a aquella persona con un índice de masa corporal igual o mayor de 30 Kg/m². 

Desde hace mucho tiempo se ha relacionado la obesidad de la mujer con infertilidad y subfertilidad, pero recientemente y a medida que aumenta el número de personas con problemas de obesidad en la sociedad occidental, están apareciendo muchos y bien diseñados estudios que están haciendo hincapié en este tema.

Así, se ha observado que la obesidad en la adolescencia multiplica por tres el riesgo de no tener un hijo a lo largo de la vida de una mujer.

Clásicamente se consideraba que esto era debido a alteraciones de la ovulación, pero se ha comprobado que esta reducción de la fertilidad espontanea se da incluso en aquellas mujeres con obesidad y con reglas regulares.

También los resultados son peores en estas pacientes cuando se someten a técnicas de reproducción asistida. Entre las causas para ello, estarían que la respuesta a la estimulación es peor, la calidad ovocitaria también es peor y disminuye la receptividad uterina. Todo ello hace que el porcentaje de recién nacidos en estas pacientes sea mucho menor que cuando el IMC es normal y los resultados son peores cuanto mayor es la obesidad.

Pero no sólo la obesidad de la mujer afecta a la fertilidad de la pareja, también la obesidad masculina según los resultados de estudios recientes. El impacto es mayor aun cuando ambos miembros de la pareja la padecen obesidad, especialmente con IMC mayor de 35 Kg/m².

Desgraciadamente, el problema no acaba cuando la pareja ha conseguido la gestación porque en estas parejas también está aumentado el riesgo de aborto, malformaciones fetales, complicaciones maternas como la diabetes gestacional o la preeclampsia (un tipo de hipertensión arterial provocada por el embarazo), e incluso de enfermedades en la adolescencia y vida adulta del niño nacido.

IERA, Instituto Extremeño de Reproducción Asistida en Badajoz